TEMA 1. LA DESCRIPCIÓN.
(En vuestro libro, el texto descriptivo se encuentra en las páginas de la 178 a la 185).
Definición: la descripción es la representación verbal de los rasgos
propios de una cosa, un animal, una persona, un sentimiento o cualquier otra
realidad. Al describir expresamos aquellas características suyas que lo hacen
peculiar, diferente de otros de su misma clase.
Clasificación de la
descripción: hay muchos tipos de descripciones.
1.
Según su finalidad.
a.
Descripción técnica.
Tiene
una finalidad práctica: presenta de
manera objetiva al lector un objeto clasificando
ordenadamente sus rasgos. Se utiliza un vocabulario preciso, de ahí que abunden
los tecnicismos. También son frecuentes los adjetivos especificativos, la
ordenación lógica de los enunciados y la atemporalidad. Un ejemplo de
descripción técnica sería la siguiente descripción de los manuscritos de la
obra de don Juan Manuel El conde Lucanor:
“Manuscrito 6.376 de la Biblioteca
Nacional de Madrid. Letra gótica textual redonda de finales del siglo XIV, a
dos columnas, 271 folios en pergamino. Es el más extenso y además de El conde
Lucanos incluye los prólogos y el resto de las obras conocidas de don Jun
Manuel”.
b.
Descripción publicitaria.
Se
seleccionan los aspectos más positivos del producto que se quiere vender con el
fin de convencer al lector u oyente para que lo compre, por lo que su finalidad
también es práctica, aunque
generalmente son descripciones subjetivas.
Un ejemplo sería el siguiente: “Nuestra
vida se acelera y nos preocupa nuestra salud. Necesitamos alimentos ricos y
sanos, que nos ayuden en nuestro esfuerzo diario. Así son ChipSport y
SnackFibra, aperitivos tradicionales en su forma y totalmente nuevos en su
concepto. Con aromas naturales y deliciosos sabores. Alimentos ricos en sabor y
salud. Con vitaminas, minerales y fibra. Bajos en calorías: menos aporte
calórico que el snack tradicional.
c.
Descripción literaria.
Tiene
una finalidad estética. Predomina la
expresividad y la subjetividad. Se recurre a figuras literarias.
En
los epígrafes siguientes podréis leer varias descripciones literarias.
2.
Según la actitud del hablante.
a.
Objetiva: si el
emisor no emite juicios de valor ni muestra sus sentimientos o emociones.
Ejemplo: Julia tiene veinte años, es
estudiante de Veterinaria y vive en Madrid.
b.
Subjetiva: si el
emisor emite juicios de valor o expresa sus emociones o sentimientos. Ejemplo: Julia es una joven hermosa. Sus preciosos
ojos verdes cautivan a quien los mira.
La
marcas lingüísticas en las que se puede apreciar la subjetividad del emisor son
las siguientes:
-uso
de la primera persona (verbos, pronombres, determinativos)
-uso
de adjetivos valorativos: feo, bonito, repugnante.
-uso
de sufijos apreciativos: diminutivos (muchachita), aumentativos (ojazos) y
despectivos (casucha).
-uso
de superlativos: prefijos (requetebueno) y sufijos (malísimo).
-uso
de interjecciones: ¡Ay!, oh.
-uso
de oraciones exclamativas: ¡Me duele el brazo!
-uso de
interrogaciones retóricas: ¿Por qué este inquieto y abrasador deseo?
3.
Según el objeto de la descripción.
a.
De personas o personajes.
-etopeya: se describe el interior del
personaje, es decir, su personalidad, su forma de ser, sus vicios y virtudes,
sus costumbres… Es una descripción psicológica.
El tonto de aquel pueblo se llamaba Blas. Blas Herrero
Martínez. Antes, cuando aún no se había muerto Perejilondo, el tonto anterior,
el hombre que llegó a olvidarse de que se llamaba Hermenegildo, Blas no era
sino un muchachito algo alelado, ladrón de peras y blanco de todas las iras y
de todas las bofetadas perdidas, pálido y zanquilargo, solitario y temblón […].
Era bondadoso y de tiernas inclinaciones y sonreía siempre,
con una sonrisa suplicante de buey enfermo, aunque le acabasen de arrear un
cantazo, cosa frecuente, ya que los vecinos del pueblo no eran lo que se suele
decir unos sensitivos. Blas Herrero Martínez, con su carilla de hurón, movía
las orejas- una de sus habilidades- y se lamía el golpe de turno, sangrante con
una sangrecita aguada, de feble color de rosa, mientras sonreía de una manera
inexplicable, quizá suplicando no recibir la segunda pedrada sobre la matadura
de la primera.
Camilo José Cela: El gallego y su cuadrilla.
-prosopografía: se describe la
apariencia externa del personaje, sus características físicas (estatura, forma
del cuerpo), su rostro, sus ropas, etc. Es una descripción física.
Era
Encarnación Guillén la vieja más acartonada, más tiesa, más ágil y dispuesta
que se pudiera imaginar. Por un fenómeno común en las personas de buena sangre
y portentosa salud, conservaba casi toda su dentadura, que no cesaba de
mostrarse entre su labios secos y delgados durante aquel charlar continuo y sin
fatiga. Su nariz pequeña, redonda, arrugada y dura como una nuececita, no
paraba un instante: tanto la movían los músculos de su cara pergaminosa,
charolada por el fregoteo de agua fría que se daba todas las mañanas. Sus ojos,
que habían sido grandes y hermosos, conservaban todavía un chispazo azul, como
el fuego fatuo bailando sobre el osario. Su frente, surcada de finísimas rayas
curvas que se estiraban o se contraían conforme iban saliendo las frases de la
boca, se guarnecía de guedejas blancas. Con estos reducidos materiales se
entretejía el más gracioso peinado de esterilla que llevaron momias en el
mundo, recogido a tirones y rematado en una especie de ovillo, a quien no se
podría dar con propiedad el nombre de moño.
Benito Pérez Galdós: La
desheredada.
-retrato:
se describe tanto el aspecto externo como el interior del personaje,
haciendo referencia tanto a sus rasgos
físicos como a su personalidad.
Pedro
Lloros tenía la tripa triste. Pedro Lloros comía poco, y no siempre. En el
verano se alimentaba de peces y cangrejos de río, de tomates y patatas robadas,
de pan mendigado, de agua de las fuentes públicas y de sueño. En el invierno de
rebañar en las casas limosneras los pucheros, de algún traguillo de vino y
también de sueño, que es el mejor manjar de un pobretón. Por la primavera y el
otoño, sus pasos se perdían. Pescador era bueno; ladrón, algo torpe; vago, muy
vago. Odiaba a los gimnastas. […]
Pedro
Lloros poseía un corazón chiquito y veloz. Se asustaba de todo y se apellidaba
perfectamente. Era calvo, retorcido, afilado de cara, y llevaba la bola del
mundo, en vez de en los hombros, en la barriga. Su madre lo parió sietemesino y
zurdo, y su padre no pudo hacer carrera de él porque, a decir verdad, no se
empeñó mucho, y Pedro, desde muy chico, quiso no servir para nada.
Ignacio Aldecoa: Los
bienaventurados.
Si el emisor se describe a sí mismo,
estaremos frente a un autorretrato.
En el siguiente texto, tomado del prólogo de Novelas ejemplares, Miguel de Cervantes se describe a sí mismo:
“Éste
que veis aquí, de rostro aguileño, de cabello castaño, frente lisa y
desembarazada, de alegres ojos y de nariz corva, aunque bien proporcionada; las
barbas de plata, que no ha veinte años que fueron de oro, los bigotes grandes,
la boca pequeña, los dientes ni menudos ni crecidos, porque no tiene sino seis,
y ésos mal acondicionados y peor puestos, porque no tienen correspondencia los
unos con los otros; el cuerpo entre dos extremos, ni grande, ni pequeño, la
color viva, antes blanca que morena; algo cargado de espaldas, y no muy ligero
de pies; éste digo que es el rostro del autor de La Galatea y de Don Quijote de
la Mancha , y del que hizo el Viaje del Parnaso , a imitación del de César
Caporal Perusino, y otras obras que andan por ahí descarriadas y, quizá, sin el
nombre de su dueño. Llámase comúnmente Miguel de Cervantes Saavedra. Fue
soldado muchos años, y cinco y medio cautivo, donde aprendió a tener paciencia
en las adversidades. Perdió en la batalla naval de Lepanto la mano izquierda de
un arcabuzazo, herida que, aunque parece fea, él la tiene por hermosa, por
haberla cobrado en la más memorable y alta ocasión que vieron los pasados siglos,
ni esperan ver los venideros, militando debajo de las vencedoras banderas del
hijo del rayo de la guerra, Carlo Quinto, de felice memoria”.
-caricatura: descripción de una persona en la que se deforman sus
rasgos.
Era
una mujer más envejecida que vieja, y bien se conocía que nunca había sido
hermosa. Debió de tener en otro tiempo buenas carnes; pero ya su cuerpo estaba
lleno de pliegues y abolladuras como un zurrón vacío. Allí, valga la verdad, no
se sabía lo que era pecho, ni lo que era barriga. La cara era hocicuda y
desagradable. Si algo expresaba era un genio muy malo y un carácter de vinagre;
pero en esto engañaba aquel rostro como otros muchos que hacen creer lo que no
es. Era Nicanora una infeliz mujer, de más bondad que entendimiento, probada en
las luchas de la vida, que había sido para ella una batalla sin victorias ni
respiro alguno. Ya no se defendía más que con la paciencia, y de tanto mirarle
la cara a la adversidad debía de provenirle aquel alargamiento de morros que le
afeaba considerablemente.
B. Pérez Galdós, Fortunata
y Jacinta
b.
Topografía.
Es
la descripción de un lugar. Es frecuente en los relatos literarios, ya que el
espacio es fundamental para ubicar a los personajes y éste explica su
comportamiento. Los espacios pueden ser interiores o exteriores, naturales o
urbanos. El siguiente texto es una descripción de un paisaje, un espacio
exterior natural.
Entre el puente de hierro y el puente nuevo el río corre
apretado, tumultuoso, amenazante, en esta primavera. Ha llovido mucho. Las aguas
hacen remolinos que aparecen y desaparecen en una danza loca. Las aguas se
pulimentan en la represa; se estrían, nerviosas, a veces; se aterciopelan
otras; gustaría acariciarlas como se acarician las ancas de una yegua preñada.
[…]
En esta primavera, con las acacias y los castaños esponjados
en su rápido florecimiento, el paseo de la orilla izquierda del río se
monotoniza de los cantos de los pájaros. Está el suelo cubierto de una débil
capa vegetal, amarilla, verde y siena. En los alcorques crece la mala hierba en
derredor de los troncos de los árboles. Las hormigas construyen volcancitos de
cuyos cráteres surgen en ininterrumpido torrente de lava viva. Alguna lagartija
ensaya su primera caza por el pretil del río. Un desagüe da mal olor, que
mezclado al de la naturaleza acaba por ser un aroma fuerte, de sustancia
fecunda que no molesta demasiado.
Ignacio
Aldecoa: Solar del Paraíso.
En las descripciones literarias no sólo
es importante describir lo que hay en un lugar, sino también sugerir al lector
las sensaciones que produce, es decir, interesa el ambiente. Puede estar definido por sensaciones físicas (luminosidad, u oscuridad, amplitud o densidad,
belleza o fealdad…) o por sentimientos
o emociones (grandiosidad o intimidad, angustia, horror, paz, armonía, etc).
La
heroica ciudad dormía la siesta. El viento Sur, caliente y perezoso, empujaba
las nubes blanquecinas que se rasgaban al correr hacia el Norte. En las calles
no había más ruido que el rumor estridente de los remolinos de polvo, trapos, pajas
y papeles que iban de arroyo en arroyo, de acera en acera, de esquina en
esquina revolando y persiguiéndose, como mariposas que se buscan y huyen y que
el aire envuelve en sus pliegues invisibles. Cual turbas de pilluelos, aquellas
migajas de la basura, aquellas sobras de todo se juntaban en un montón,
parábanse como dormidas un momento y brincaban de nuevo sobresaltadas,
dispersándose, trepando unas por las paredes hasta los cristales temblorosos de
los faroles, otras hasta los carteles de papel mal pegado a las esquinas, y
había pluma que llegaba a un tercer piso, y arenilla que se incrustaba para
días, o para años, en la vidriera de un escaparate, agarrada a un plomo.
Leopoldo Alas “Clarín”,
La Regenta.
La
lengua en la descripción
Al leer y analizar una descripción, e
igualmente redactarla nosotros mismos, debemos prestar atención a ciertos
elementos lingüísticos:
-verbos: abundan los verbos de estado,
percepción y proceso: ser, estar, parecer, haber, encontrarse, ver, etc.
-tiempos verbales: si describimos algo
como si lo estuviéramos viendo utilizaremos el presente de indicativo; si lo
estamos recordando, el pretérito imperfecto de indicativo.
-estilo nominal: las palabras más
importantes serán los adjetivos y los sustantivos.
La descripción puede aparecer combinada en un mismo texto
con otras modalidades discursivas: se combina con la narración, por ejemplo, en
novelas; con la exposición y argumentación en textos científicos y didácticos,
etc.
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