domingo, 8 de octubre de 2017

TEMA 1. EJERCICIOS. COMENTARIO DE TEXTOS DESCRIPTIVOS.


TEMA 1. EJERCICIOS. TEXTOS DESCRIPTIVOS.

COMENTARIO DE TEXTOS DESCRIPTIVOS.

1. Lee con atención los siguientes fragmentos textuales y, siguiendo el modelo de comentario de los textos descriptivos, realiza un comentario de texto personal.

MODELO DE COMENTARIO DE TEXTO DESCRIPTIVO.

Para realizar un comentario de un texto descriptivo, vamos a hacer un recorrido por las clasificaciones que aparecen en los apuntes del tema, incluyendo también las funciones de la lengua, ya que están estrechamente relacionadas con los diversos tipos de descripción tanto por la lengua empleada como por la intención del emisor.

Era Encarnación Guillén la vieja más acartonada, más tiesa, más ágil y dispuesta que se pudiera imaginar. Por un fenómeno común en las personas de buena sangre y portentosa salud, conservaba casi toda su dentadura, que no cesaba de mostrarse entre su labios secos y delgados durante aquel charlar continuo y sin fatiga. Su nariz pequeña, redonda, arrugada y dura como una nuececita, no paraba un instante: tanto la movían los músculos de su cara pergaminosa, charolada por el fregoteo de agua fría que se daba todas las mañanas. Sus ojos, que habían sido grandes y hermosos, conservaban todavía un chispazo azul, como el fuego fatuo bailando sobre el osario. Su frente, surcada de finísimas rayas curvas que se estiraban o se contraían conforme iban saliendo las frases de la boca, se guarnecía de guedejas blancas. Con estos reducidos materiales se entretejía el más gracioso peinado de esterilla que llevaron momias en el mundo, recogido a tirones y rematado en una especie de ovillo, a quien no se podría dar con propiedad el nombre de moño.
Benito Pérez Galdós: La desheredada.

Según su finalidad, nos encontramos ante una descripción literaria, por ello, una de las funciones de la lengua que predominan en el texto es la poética, ya que el texto llama la atención por su propia forma y por el uso de figuras literarias, entre las que predominan las enumeraciones y paralelismos ( Su nariz pequeña, redonda, arrugada; vieja más acartonada, más tiesa, más ágil y dispuesta que se pudiera imaginar), las metáforas (cara pergaminosa; peinado de esterilla), los símiles (dura como una nuececita; como el fuego fatuo bailando sobre el osario) y la hipérbole (todo el texto es una exageración). También encontramos un hipérbaton al comienzo del texto (Era Encarnación Guillén) y varios epítetos (buena sangre, portentosa salud).

Según la actitud del hablante, nos encontramos ante una descripción subjetiva, por lo que otra de las funciones de la lengua que predominan en el texto es la expresiva.  Las marcas lingüísticas que aparecen en el texto son el uso de adjetivos valorativos (acartonada, hermosos, el más gracioso peinado), el uso de diminutivos (nuececita) y de sufijos superlativos (finísimas rayas) y los juicios de valor del emisor (no se podría dar con propiedad el nombre de moño).

Según el objeto de la descripción, el texto es una prosopografía, pues se centra en la descripción física del personaje descrito, Encarnación Guillén, aunque debido a que se deforman sus rasgos, también podemos hablar de caricatura.

Teniendo en cuenta que el texto remite a un referente y transmite una información, la función referencial también está presente en el texto.

TEXTO 1

Era don Cayetano un viejecillo de sesenta y seis años, vivaracho, alegre, flaco, seco, de color de cuero viejo, arrugado como un pergamino al fuego, y el conjunto de su personilla recordaba la silueta de un buitre de tamaño natural; aunque según otros más se parecía a una hurraca, o a un tordo encogido y despeluznado. Tenía sin duda mucho de pájaro en figura y gestos. Era anguloso y puntiagudo, usaba sombrero de teja de los antiguos, largo y estrecho, de alas muy recogidas, a lo don Basilio. Era miope y corregía el defecto con gafas de oro montadas en nariz larga y corva. Detrás de los cristales brillaban unos ojuelos inquietos, muy negros y muy redondos. [...]. Además de la poesía tenía dos pasiones mundanas: la mujer y la escopeta. A la última ya había renunciado; no a la primera, que seguía adorando con el mismo candoroso culto que a los treinta años. Ni un solo vetustense se habría atrevido a dudar de la castidad casi secular de don Cayetano. Su culto a la dama no tenía nada que ver con las exigencias del sexo. La mujer era el sujeto poético, como él decía. Sentía desde su juventud  imperiosa necesidad de ser galante con las damas, frecuentar su trato y hacerlas objeto de madrigales.

TEXTO 2

La ciudad despierta. Las desiguales líneas de las fachadas fronterizas a Oriente resaltan al sol en vívida blancura. Las voces de los gallos amenguan. Arriba, en el santuario, una campana tañe con dilatadas vibraciones. Abajo, en la ciudad, las notas argentinas de las campanas vuelan sobre el sordo murmullo de voces, golpazos, gritos de vendedores, ladridos, canciones, rebuznos, tintineos de fraguas, ruidos mil de la multitud que torna a la faena. El cielo se extiende en tersa bóveda de joyante seda azul. Radiante, limpio, preciso aparece el pueblo en la falda del monte. Aquí y allá, en el mar gris de los tejados uniformes, emergen las notas rojas, amarillas, azules, verdes, de pintorescas fachas. En primer término destacan los dorados muros de la iglesia Vieja, con su fornida torre; más abajo, la iglesia Nueva; más abajo, lindando con la huerta, el largo edificio de las Escuelas Pías, salpicado con los diminutos puntos de sus balcones. Y esparcidos por la ciudad entera, viejos templo, ermitas, oratorios, capillas: a la izquierda, Santa Bárbara, San Roque, San Juan, ruinoso; el Niño, con lo tejadillos de sus cúpulas rebajadas; luego, a la derecha, el Hospital, flanqueado de sus dos minúsculas torrecillas; San Cayetano, las Monjas... Las campanas tocan en multiforme campaneo. El humo blanco de las mil chimeneas asciende lento en derechas columnas. En las blanquecinas vetas de los camino pululan, rebullen, hormiguean negros trazos que se alejan, se disgregan, se pierden en la llanura. Llegan ecos de canciones, traqueteos de carros, gritos agudos. La campana de la iglesia Nueva tañe pesada; la del Niño tintinea afanosa; la del Hospital llama tranquila. Y a lo lejos, riente, locuela, juguetona, la de las Monjas canta en menuditos golpes cristalinos...       
TEXTO 3

Todas las partículas elementales (p.e.) son objetos de masas y dimensiones extremadamente pequeñas. La mayor parte de las partículas tienen masas del orden de la masa del protón, igual a 1,6.10-24 g. (entre las partículas con masa no nula, resulta bastante menor sólo la masa del electrón: 0,9.10-27 g.).  Las dimensiones del protón, pion y otros hadrones son del orden de 10-13  cm. y las del electrón y el muon no se han determinado, pero son menores que 10-16  cm. Las masas y las dimensiones microscópicas de las p.e. ocasionan la específica forma cuántica de su comportamiento. Las longitudes de De Broglie de las p.e., por lo general, son comparables o mayores que sus dimensiones típicas. De acuerdo con esto las regularidades cuánticas son determinantes en la conducta de las p.e.

M. Projórov, dir., Diccionario enciclopédico de la Física, Ed. Mir, 1996.

2. Escribe en tu cuaderno:
a. Un retrato subjetivo de un personaje famoso. Después, debes leerlo en voz alta y tus compañeros deben adivinar de qué personaje se trata. Extensión: unas quince líneas.
b. Una prosopografía objetiva de un personaje famoso. Después, debes leerlo en voz alta y tus compañeros deben adivinar de qué personaje se trata. Extensión: unas quince líneas.


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