TEMA
1. EJERCICIOS. TEXTOS DESCRIPTIVOS.
COMENTARIO
DE TEXTOS DESCRIPTIVOS.
1.
Lee con atención los siguientes fragmentos textuales y, siguiendo el modelo de
comentario de los textos descriptivos, realiza un comentario de texto personal.
MODELO
DE COMENTARIO DE TEXTO DESCRIPTIVO.
Para realizar un
comentario de un texto descriptivo, vamos a hacer un recorrido por las
clasificaciones que aparecen en los apuntes del tema, incluyendo también las
funciones de la lengua, ya que están estrechamente relacionadas con los
diversos tipos de descripción tanto por la lengua empleada como por la
intención del emisor.
Era Encarnación Guillén la vieja más acartonada, más tiesa,
más ágil y dispuesta que se pudiera imaginar. Por un fenómeno común en las
personas de buena sangre y portentosa salud, conservaba casi toda su dentadura,
que no cesaba de mostrarse entre su labios secos y delgados durante aquel
charlar continuo y sin fatiga. Su nariz pequeña, redonda, arrugada y dura como
una nuececita, no paraba un instante: tanto la movían los músculos de su cara
pergaminosa, charolada por el fregoteo de agua fría que se daba todas las
mañanas. Sus ojos, que habían sido grandes y hermosos, conservaban todavía un
chispazo azul, como el fuego fatuo bailando sobre el osario. Su frente, surcada
de finísimas rayas curvas que se estiraban o se contraían conforme iban
saliendo las frases de la boca, se guarnecía de guedejas blancas. Con estos
reducidos materiales se entretejía el más gracioso peinado de esterilla que
llevaron momias en el mundo, recogido a tirones y rematado en una especie de
ovillo, a quien no se podría dar con propiedad el nombre de moño.
Benito Pérez Galdós: La desheredada.
Según su finalidad, nos
encontramos ante una descripción literaria,
por ello, una de las funciones de la lengua que predominan en el texto es
la poética, ya que el texto llama la
atención por su propia forma y por el uso de figuras literarias, entre las que
predominan las enumeraciones y paralelismos ( Su nariz pequeña, redonda, arrugada; vieja más acartonada, más tiesa,
más ágil y dispuesta que se pudiera imaginar), las metáforas (cara pergaminosa; peinado de esterilla),
los símiles (dura como una nuececita;
como el fuego fatuo bailando sobre el osario) y la hipérbole (todo el texto
es una exageración). También encontramos un hipérbaton al comienzo del texto (Era Encarnación Guillén) y varios epítetos (buena sangre, portentosa salud).
Según la actitud del
hablante, nos encontramos ante una descripción subjetiva, por lo que otra de las funciones de la lengua que
predominan en el texto es la expresiva.
Las
marcas lingüísticas que aparecen en el texto son el uso de adjetivos
valorativos (acartonada, hermosos, el más gracioso peinado), el
uso de diminutivos (nuececita) y de
sufijos superlativos (finísimas rayas)
y los juicios de valor del emisor (no se
podría dar con propiedad el nombre de moño).
Según el objeto de la
descripción, el texto es una prosopografía,
pues se centra en la descripción física del personaje descrito, Encarnación
Guillén, aunque debido a que se deforman sus rasgos, también podemos hablar de caricatura.
Teniendo en cuenta que
el texto remite a un referente y transmite una información, la función referencial
también está presente en el texto.
TEXTO
1
Era don Cayetano un
viejecillo de sesenta y seis años, vivaracho, alegre, flaco, seco, de color de
cuero viejo, arrugado como un pergamino al fuego, y el conjunto de su
personilla recordaba la silueta de un buitre de tamaño natural; aunque según
otros más se parecía a una hurraca, o a un tordo encogido y despeluznado. Tenía
sin duda mucho de pájaro en figura y gestos. Era anguloso y puntiagudo, usaba
sombrero de teja de los antiguos, largo y estrecho, de alas muy recogidas, a lo
don Basilio. Era miope y corregía el defecto con gafas de oro montadas en nariz
larga y corva. Detrás de los cristales brillaban unos ojuelos inquietos, muy
negros y muy redondos. [...]. Además de la poesía tenía dos pasiones mundanas:
la mujer y la escopeta. A la última ya había renunciado; no a la primera, que
seguía adorando con el mismo candoroso culto que a los treinta años. Ni un solo
vetustense se habría atrevido a dudar de la castidad casi secular de don
Cayetano. Su culto a la dama no tenía nada que ver con las exigencias del sexo.
La mujer era el sujeto poético, como él decía. Sentía desde su juventud imperiosa necesidad de ser galante con las
damas, frecuentar su trato y hacerlas objeto de madrigales.
TEXTO
2
La ciudad despierta. Las desiguales líneas de las
fachadas fronterizas a Oriente resaltan al sol en vívida blancura. Las voces de
los gallos amenguan. Arriba, en el santuario, una campana tañe con dilatadas
vibraciones. Abajo, en la ciudad, las notas argentinas de las campanas vuelan
sobre el sordo murmullo de voces, golpazos, gritos de vendedores, ladridos,
canciones, rebuznos, tintineos de fraguas, ruidos mil de la multitud que torna
a la faena. El cielo se extiende en tersa bóveda de joyante seda azul.
Radiante, limpio, preciso aparece el pueblo en la falda del monte. Aquí y allá,
en el mar gris de los tejados uniformes, emergen las notas rojas, amarillas,
azules, verdes, de pintorescas fachas. En primer término destacan los dorados
muros de la iglesia Vieja, con su fornida torre; más abajo, la iglesia Nueva;
más abajo, lindando con la huerta, el largo edificio de las Escuelas Pías,
salpicado con los diminutos puntos de sus balcones. Y esparcidos por la ciudad
entera, viejos templo, ermitas, oratorios, capillas: a la izquierda, Santa
Bárbara, San Roque, San Juan, ruinoso; el Niño, con lo tejadillos de sus
cúpulas rebajadas; luego, a la derecha, el Hospital, flanqueado de sus dos
minúsculas torrecillas; San Cayetano, las Monjas... Las campanas tocan en
multiforme campaneo. El humo blanco de las mil chimeneas asciende lento en
derechas columnas. En las blanquecinas vetas de los camino pululan, rebullen,
hormiguean negros trazos que se alejan, se disgregan, se pierden en la llanura.
Llegan ecos de canciones, traqueteos de carros, gritos agudos. La campana de la
iglesia Nueva tañe pesada; la del Niño tintinea afanosa; la del Hospital llama
tranquila. Y a lo lejos, riente, locuela, juguetona, la de las Monjas canta en
menuditos golpes cristalinos...
TEXTO 3
Todas las partículas
elementales (p.e.) son objetos de masas y dimensiones extremadamente pequeñas.
La mayor parte de las partículas tienen masas del orden de la masa del protón,
igual a 1,6.10-24 g. (entre las partículas con masa no nula, resulta
bastante menor sólo la masa del electrón: 0,9.10-27 g.). Las dimensiones del protón, pion y otros
hadrones son del orden de 10-13
cm. y las del electrón y el muon no se han determinado, pero son menores
que 10-16 cm. Las masas y las
dimensiones microscópicas de las p.e. ocasionan la específica forma cuántica de
su comportamiento. Las longitudes de De Broglie de las p.e., por lo general,
son comparables o mayores que sus dimensiones típicas. De acuerdo con esto las
regularidades cuánticas son determinantes en la conducta de las p.e.
M. Projórov, dir., Diccionario
enciclopédico de la Física, Ed. Mir, 1996.
2. Escribe en tu cuaderno:
a. Un retrato subjetivo de un
personaje famoso. Después, debes leerlo en voz alta y tus compañeros deben
adivinar de qué personaje se trata. Extensión: unas quince líneas.
b. Una prosopografía objetiva
de un personaje famoso. Después, debes leerlo en voz alta y tus compañeros
deben adivinar de qué personaje se trata. Extensión: unas quince líneas.
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